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15 de marzo de 2018

LAS CINCO PATAS DEL GATO

Por Manuel Rodríguez Ortega




No existe un animal que haya despertado en el ser humano los más variados sentimientos, a lo largo de la historia, que el gato doméstico (Felis catus). Desde los días del antiguo Egipto (donde los veneraban y los momificaban luego de su muerte) hasta el presente, en que abundan los “grooming & pet spa”, la penetrante mirada de sus brillosos ojos siempre nos resulta intrigante, pues delata una inteligencia asombrosa. Sin duda nos atrae esta pequeña fierecilla que, gracias a su naturaleza independiente, nunca ha sido totalmente domesticada. 

Luego de miles de años de convivencia en nuestras casas, el gato conserva aún sus instintos depredadores. De hecho, hace muchos años frecuentaban los graneros y almacenes para cazar ratones, lo que indujo a los antiguos campesinos a comenzar a criarlos como mascotas. No obstante, ese instinto cazador de nuestros mininos ha causado la extinción de muchos animales nativos en las zonas en que ha sido introducido –a causa de las conquistas humanas– sobre todo en las islas. 

Este mamífero proviene de un linaje que incluye a los más fieros carnívoros del mundo natural: los félidos. Por eso nos entretiene la idea de que poseemos un pequeño tigre en casa. Junto con los perros, los gatos son las mascotas más populares en los hogares del mundo. Para éstos se mercadean toda clase de chucherías para entretenerlos, asearlos y darles una vida mejor que, irónicamente, la de muchos seres humanos. ¡Qué mucho nos agrada acariciarlos, peinarlos y complacer sus antojitos a la hora de comer! Mas no siempre fue así la relación humano-felina.

Durante la llamada Edad Media en Europa, a los gatos se les acusó de poseer cualidades maléficas, de ser la encarnación del diablo y de ser aliados de las brujas. Debido al fanatismo religioso de la época, comenzó una matanza sistemática de gatos a través del continente. Acabados los gatos, proliferaron tanto las ratas que de éstas se transmitió la peste bubónica. Posiblemente entre las víctimas de la plaga había muchos asesinos de gatos.

De hecho, todavía abundan por ahí las supersticiones sobre los gatos; sobre todo los de color negro, los cuales aún relacionan con las brujas de “Halloween”, al adornar las vitrinas de las tiendas. Sobre estos gatos negros pesa la creencia de que cruzarse con ellos da mala suerte. Por el contrario, en países como Japón se aprecian a estos animales como símbolos de buena suerte, representados por el “Maneki-neko” o “gato de la fortuna”.

En el hablar popular  de Puerto Rico abundan dichos y refranes que aluden a los felinos, que aplicamos a diferentes situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, si una persona tiene la suerte de escapar de situaciones peligrosas y potencialmente mortales, “tiene más vidas que un gato”, como una forma de compararlo con la agilidad y osadía de estos animales. Una alternativa para escapar de esos riesgos puede ser caminar “a gatas” o “gateando” como los bebés.

Si una persona es demasiado ‘averiguá’ o ‘presentá’ le advertimos que “la curiosidad mató al gato”; sobre todo, porque esta criatura es muy curiosa y suele meterse en problemas. Debemos tener mucho cuidado a la hora de hacer negocios, no vaya a ser que nos ‘engatucen’ con un fraude y nos “pasen gato por liebre”. En caso de que nos agredan, tenemos que defendernos “como gato boca arriba”.

Si tratamos de insistir en algo para buscarle solución a un problema, nuestra intención es “encontrarle las cinco patas al gato”. A veces surge una discusión dentro de un grupo para tomar una decisión difícil y decidir quién “le pone el cascabel al gato”. Cuando nos sentimos orgullosos de que alguno de nuestros hijos heredó algún talento o habilidad especial, nos ufanamos al decir que “hijo de gato caza ratón”.

Un chiste común de nuestro diario vivir es insinuar que nuestra mascota en realidad es dos animales en uno, porque “es gato y araña”, refiriéndose a sus agudas garras retráctiles que suelen afilar en nuestros muebles. Muchas personas prefieren adquirir perros en lugar de gatos, bajo la premisa de que suelen tener mala reputación, creyéndose que son traicioneros y que no son adiestrables. No obstante, abundan historias de mininos sumamente fieles y listos, aunque no suelen sujetarse a  las reglas de la misma forma que los perros. 

Abundan los personajes gatunos en las películas e historietas, como muestra de nuestra afición de atribuirles cualidades humanas a los animales, con todas nuestras virtudes y defectos. ¿Quién no ha gozado con las historias del Gato Félix, Silvestre, Garfield, Tom y Jerry, los Aristogatos, Don Gato y el Gato con Botas? ¿Quién no ha comprado algún artículo con la imagen de Hello Kitty? Puede ser que alguna chica le guste vestirse con el atuendo de Gatúvela, la rival de Batman. 


Por todo lo que representan estos peludos amigos para la humanidad, se me antoja comentar cada vez que veo a alguno de ellos cruzando la calle, que “me pareció ver a un lindo gatito”.