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29 de diciembre de 2018

¿NAVIDAD O NAVIDADES?


A pocos días de que culmine este año y comience el próximo, me fijo en la peculiar coincidencia de este fenómeno astronómico con una serie de festividades que definimos como "Navidades". En estos días abundan los regalos, las felicitaciones, las comelatas y la eterna esperanza de de que el siguiente año nos vaya mejor. Hacemos una lista de resoluciones que, al terminar los doce meses, nos decepcionamos al no haber cumplido con la mayoría (o quizás ninguna) de esas resoluciones.

Vuelvo a centrar mi atención en el esperadísimo festejo de diciembre, envuelto en el llamado "espíritu navideño". Arbolitos, guirnaldas, bombillas, regalos, nacimientos y hasta nieve sintética pululan en ese periodo que abarca desde noviembre hasta enero. Por todos lados se escucha ¡llegaron las Navidades...! y en todos los medios de comunicación el comienzo de las fiestas. Si nos deseamos "una Feliz Navidad", ¿por qué nos referimos a ella en plural? ¿Acaso se celebra más de una Navidad al mismo tiempo?

Pues sí, parece que convergen varios tipos de Navidad, particularmente en Puerto Rico. Por un lado existe la Navidad religiosa, la que conmemora el nacimiento de Jesucristo (aunque no haya certeza de cuándo o dónde nació). Toda una iconografía cristiana se creó alrededor del niño: la Virgen, José, los pastores, la mula y el buey, etc. Los devotos celebran una serie de fechas especiales, como el Adviento, las Misas de Aguinaldo, la Misa de Gallo y la Epifanía (conocida también como Día de los Reyes Magos). A estos personajes legendarios se les ha atribuido diversos nombres, orígenes y apariencia a través de los siglos. Incluso en Puerto Rico les cambiamos su medio de transporte, de camellos desérticos a caballos criollos.

Existe otra Navidad muy distinta, ajena a nuestra tradición tropical e impuesta por los norteamericanos y sus emporios mercantilistas. Esa Navidad de nieve, venados, duendes y Santa Claus en trineo vino acompañada de una arrolladora ofensiva consumerista, toda vez que el viejo panzón entrega sus regalos antes que los Reyes Magos. Definitivamente, el "Merry Christmas" americano ha opacado nuestras tradiciones, las cuales se niegan a morir y luchan como gato boca arriba.

Muy relacionada con las primeras dos Navidades, aflora la Navidad consumista, donde comprar y comprar se convierte en una pesadilla, sin importar cuánto se gaste y cuántas horas haya que esperar en la fila del "Viernes Negro". El propósito es regalarle a todo el mundo, sin importar si te descuadras con las tarjetas de crédito. Todo para que la nena y el nene reciban sus regalos, ya sea de Santa Claus, los Reyes o el Niño Jesús.

Asoma una cuarta Navidad, embadurnada de grasa y de alcohol, gracias al consumo desmedido de alimentos y bebidas que apenas consumimos durante el resto del año. De pronto la demanda por el lechón y la morcilla se dispara. El arroz con gandules y el tembleque nunca faltan en cada fiesta, acompañadas –por supuesto– del famoso pitorro curao o el coquito. El hambre se sacia con numerosos antojitos de la cocina criolla que son difíciles de conseguir fuera de Navidad.

No se puede obviar la Navidad musical, donde cada año estrenan nuevas producciones discográficas de dudosa inspiración navideña, donde predomina la vulgaridad y el doble sentido. A la hora de organizar una parranda, todo el mundo se cree que es músico, aunque no sepa tocar ni los palitos y tenga el "kit parrandero" hecho en China. A fin de cuentas, lo que importa es alborotar con tal de colarse en una fiesta y cachetear lo que haya en la alacena, como parte de un canturreo desafinado.

Aprovechando la oscuridad de la noche, aparece una Navidad atada al fin de año: la explosiva. Desde mucho antes que comience el mes de diciembre, los amantes de la pirotecnia se apertrechan de todo tipo de siquitraque, sea legal o clandestino. Lo que importa es que alboroten lo más posible, aunque es sabido que muchos de esos explosivos son sumamente peligrosos. Pero vale el riesgo un gran estruendo para despedir el año. Otros recurren a la nefasta costumbre de disparar al aire, con las consecuencias trágicas que conocemos.

No se puede perder de vista la Navidad festiva, con numerosos eventos masivos que se relacionan, pero a la misma vez se distancian, del llamado espíritu navideño. Presenciamos los excesos que se cometen en la celebración del Día de Los Santos Inocentes en Hatillo, así como el caos que ocurre en las Fiestas de la Calle San Sebastián del Viejo San Juan, a las que muchos consideran como la culminación de la época navideña.

En fin, que todas estas Navidades se entremezclan para construir la que posiblemente sea el festejo navideño más prolongado del mundo, al estilo puertorriqueño.